martes, 13 de julio de 2010

MUSEO DE ARTE PRECOLOMBINO


Historia del Museo


Han transcurrido más de dos décadas desde que Sergio Larraín García-Moreno y la Ilustre Municipalidad de Santiago, fundaron el Museo Chileno de Arte Precolombino. Fue una iniciativa pionera para Latinoamérica el crear una institución que custodiara, estudiara y divulgara el legado artístico de todos los pueblos precolombinos de América, sin tomar en cuenta las fronteras políticas que hoy dividen a sus países.

Durante la década de 1970, Sergio Larraín García-Moreno va tomando conciencia de la importancia que ha adquirido su colección y de la urgencia de preocuparse por su mantención íntegra y permanente,con un resguardo institucional más allá de las contingencias. Entonces, inicia conversaciones con entidades universitarias y estatales con la intención de hacer una donación para que la colección se exhiba, se conserve y acreciente. Después de algunos intentos, encuentra una respuesta entusiasta en el Alcalde de Santiago, Patricio Mekis, quien acoge la idea y comienza a trabajar para encontrar un inmueble que cobije a la institución.

Paralelamente, Sergio Larraín encarga al abogado Julio Philippi I. un modelo legal que sirviera para dar nacimiento a una institución estable, que cautelara los objetos, velara por su integridad y les diera un destino bajo las orientaciones y principios fundadores. Surge de este modo la Fundación Familia Larraín Echenique, bautizada así como una forma de manifestar que eran sus herederos, y no el mismo coleccionista, quienes hacían donación de las colecciones para crear y mantener un museo orientado a su cuidado, estudio y difusión.

De esta manera, mediante un convenio entre la Fundación y la Ilustre Municipalidad de Santiago, quien aporta el edificio y los gastos generales de administración, en diciembre de 1981 abre sus puertas al público el Museo Chileno de Arte Precolombino.

El Fundador

El arquitecto chileno Sergio Larraín García-Moreno, que introdujo la vanguardia en el urbanismo de Santiago, estudió en Europa en su juventud y durante su retorno a las tierras americanas recorrió este continente. Quedó maravillado por su variedad de paisajes: la impenetrable y húmeda selva amazónica; los áridos desiertos y los bosques lluviosos; el litoral frío del Pacífico y las cálidas aguas atlánticas. Pero fue la diversidad cultural lo que provocó su mayor sorpresa. A pesar de la invasión europea, las culturas aborígenes herederas del espléndido pasado americano no habían desaparecido. Quedó atónito al constatar que parte importante de la agricultura mundial gira en torno al maíz y la papa,cultivos producidos y legados por los indígenas de América a la humanidad; que los antiguos olmecas, hace 3.000 años, dominaban conceptos matemáticos abstractos como el cero, que habían iniciado el conocimiento de la astronomía y un sistema de escritura.

Pero más allá de todo aquello, Sergio Larraín, con su formación estética, sintió que en el arte de estos pueblos existía un mensaje perdido que nosotros debíamos descifrar. Un mensaje de humanidad, de singularidad cultural que debía ser rescatado.

Fue en esa época cuando nació en él una verdadera pasión por comprender a estas culturas y comienza a coleccionar sus obras de arte. Durante 50 años, seleccionó los más variados objetos precolombinos, básicamente con un criterio : que su calidad estética provocara una emoción similar a la descrita por Durero cuando vió una joya mexicana en la corte de Flandes y maravilló su corazón. Así fue como logró reunir un selecto conjunto de piezas de excepcional calidad, cuya variedad representaba el arte propiamente americano. No fueron los complejos conocimientos técnicos ni las heterogéneas economías aborígenes lo que atrajeron su afán de coleccionista, sino aquel mensaje mucho más profundo y hermético surgido desde el arte.
Don Sergio Larraín García-Moreno murió el 27 de junio de 1999.

El Edificio


El Museo funciona en una de las más importantes edificaciones de la Colonia. De estilo neoclásico, fue construido en 1805 para albergar al Palacio de la Real Aduana durante la administración colonial.

Ubicado a una cuadra de la Plaza de Armas, el sitio en que se emplaza este edificio, sin embargo, ha ocupado siempre un lugar importante en la historia de nuestra ciudad y el país en general. Este solar fue concedido en 1555 al primer corregidor de Santiago, don Juan de Cuevas, quien instala aquí su casa habitación. En 1635 la Compañía de Jesús instala aquí el real Colegio Convictorio de San Francisco Javier, después Convictorio Carolino de Nobles.

Posteriormente, el Gobernador Luis Muñoz de Guzmán ordena que en este mismo lugar se edifique el Palacio de la Real Aduana y encarga su ejecución al ingeniero militar don José María de Atero, quien lo construye entre los años 1805 y 1807. Esta edificación, declarada Monumento Nacional y sede del Museo Chileno de Arte Precolombino, es del más puro estilo neoclásico, sobre planos de Joaquín Toesca, arquitecto italiano a quien se había encargado antes el Palacio de la Moneda, entre otros.

Durante la República fue ocupada por la Biblioteca Nacional. A partir de 1845 se transforma en sede de los Tribunales de Justicia, hasta que en 1968 un gran incendio destruye totalmente sus instalaciones y archivos. Durante la década de 1980 y mediante sucesivas obras de restauración, el Palacio de la Aduana es reconstruido y habilitado íntegramente, destinándose todas sus instalaciones al uso del Museo.
En el primer piso del edificio se encuentran las salas de exposiciones temporales. La biblioteca funciona en el subterráneo de Compañía 1068, edificio diseñado por Don Sergio Larraín García Moreno

No hay comentarios:

Publicar un comentario